Ante la creciente masificación sufrida por la Sierra de Tramuntana, surgen voces dentro del mundo del excursionismo, reclamando la regulación del acceso a la que sin duda es el área natural más extensa e importante de Mallorca, con el fin de preservar los frágiles ecosistemas que en ella conviven.
Se estima que cada fin de semana visitan la sierra unas 30.000 personas, sin ningún tipo de regulación, poniendo en peligro la flora y la fauna. De hecho ya existen zonas de exclusión, donde no se permite acceder sin una autorización de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Balear, sobretodo para proteger las zonas de nidificación del buitre negro y el hábitat del ferreret (sapillo balear), dos especies protegidas y esta última endémica de la Sierra de Tramuntana.
El excursionismo en Mallorca tiene en la Sierra de Tramuntana su máximo exponente, con unos paisajes únicos donde el mar nunca deja de ser protagonista. De siempre, las excursiones han transcurrido por los caminos que durante siglos sirvieron como vías de comunicación para sus habitantes. Unos caminos con una titularidad pública cuestionada, gracias a una falta de regulación al respecto, lo cual ha motivado en algunos casos su cierre por parte de algún propietario de las fincas que atraviesan. Entre los cuales, esta creciente masificación, crea malestar y rechazo hacia los excursionistas, por los perjuicios que les ocasiona. Cabe destacar, que la propiedad de la tierra en la sierra está distribuida en grandes fincas, la mayoría de las cuales son de titularidad privada.
Desde la Federación Balear de Excursionismo y Escalada, en la cual están inscritos los veinte grupos excursionistas existentes en Mallorca, se pide el reconocimiento del montañismo como una actividad deportiva y no lúdica, como ocurre ahora mismo. Esto implicaría su sometimiento a la ley Balear del Deporte, y la obligatoriedad de obtener una licencia con un seguro, para cubrir la responsabilidad civil, eventuales indemnizaciones y la asistencia sanitaria.
A menudo se ha debatido la necesidad de convertir la Sierra de Tramuntana en un gran parque natural, regulando toda actividad humana, con el objetivo de preservar el medio de este valioso espacio natural. Idea que cuenta con la oposición frontal de los influyentes propietarios de las grandes fincas. Quiénes paradójicamente, a la vez que reciben grandes cantidades de fondos públicos para el mantenimiento de sus fincas, no quieren ni oír hablar de la más mínima intervención pública dentro de sus propiedades.