Municipio de relieve poco acusado -forma parte de la comarca de Es Pla de Mallorca-, su territorio ha sido destinado desde tiempos lejanos a los cultivos de secano. Célebre en toda la isla por la calidad de sus melones y sandías, la agricultura sigue teniendo un importante peso en la economía familiar. Otra actividad destacada de la zona es la elaboración de tejas.
El núcleo de Vilafranca empezó a crecer en torno a la base del Puig de Bonany a partir de 1620. La iglesia parroquial dedicada a Santa Bàrbara, del siglo XVIII, es una de las visitas ineludibles. Este templo resulta curioso, puesto que reformas posteriores le añadieron una cúpula y un campanario que destacan en la fisonomía arquitectónica tradicional del pueblo.
La casa de Son Pere Jaume es otro punto de interés, puesto que se considera la vivienda más antigua de la villa.
En dirección a la finca de Sant Martí se puede visitar el pozo árabe de Viguet, para llegar más tarde al predio más antiguo de la zona. Sant Martí se edificó en el siglo XIV; sus monumentales construcciones incluyen una capilla y lo que posiblemente ejerciera de prisión. Una excursión para conocer el patrimonio prehistórico de la villa, en que destacan los talayotes de Son Pou Vell, completa el interesante recorrido.